
El rabo de gato Pennisetum setaceum es una de las mayores invasoras de casi toda Canarias. Introducida probablemente con motivos ornamentales, debido a lo vistosas que son sus espigas, saltaron los muros de los jardines convirtiéndose en un quebradero de cabeza para quienes tratan de salvar a otras especies autóctonas de su presencia apabullante.
Otro claro ejemplo de cómo la acción humana puede cambiar drásticamente el medio natural.
Este ejemplar se encontraba en Güime, uno de los focos de distribución hacia otras partes del sur de la isla.
Las autoridades insulares siguen mirando para otro lado, a la espera de que el daño sea irreparable.
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